Las principales religiones del mundo son increíblemente innovadoras a la hora de transmitir sus mensajes. Muchos de estos mensajes giran en torno a decirle a la gente lo que debe y no debe hacer.
Funcionan de forma similar a las empresas, en el sentido de que ofrecen algún tipo de recompensa a las masas, una promesa para todos los que se conforman.
Coca-Cola, por ejemplo, no sólo vende una bebida. Venden la promesa de felicidad y libertad. Apple no sólo vende ordenadores. Venden la promesa de creatividad y diversión.
Las religiones no sólo venden un sentido de comunidad y orientación espiritual. Venden la promesa de plenitud, superioridad espiritual y, posiblemente, lo más importante, la vida eterna.
Y en esa última parte -la vida eterna- es donde las religiones demuestran ser tan (o más) siniestras que las empresas.
Las empresas mantienen sus promesas para la vida presente, algo que podemos ver, tocar y experimentar. Los grupos religiosos, en cambio, ponen mucho énfasis en lo que ocurre en un momento y lugar que ningún ser humano vivo ha tenido una experiencia fácilmente verificable.
El ejemplo más común de esto en Estados Unidos se encuentra en la fe cristiana.
Uno de los principales argumentos de venta del cristianismo es que aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador -malditas sean todas las demás deidades y experiencias religiosas- es la única manera de escapar de arder en el infierno por toda la eternidad.
El obispo jubilado Shelby Spong explicó muy bien la necesidad de este concepto en una entrevista televisada a nivel nacional.
«No creo que el infierno exista. Resulta que creo en la vida después de la muerte, pero no creo que tenga nada que ver con la recompensa y el castigo. La religión siempre está en el negocio del control, y eso es algo que la gente no entiende realmente. Está en un negocio de control que produce culpa. Y si tienes el Cielo como un lugar donde eres recompensado por tu bondad, y el Infierno es un lugar donde eres castigado por tu maldad, entonces tienes el control de la población. Y así crean este lugar ardiente que literalmente ha asustado a mucha gente, a lo largo de la historia cristiana. Y es parte de una táctica de control».
Continúa:
«Todas las iglesias que conozco afirman que ‘somos la verdadera iglesia’ – que tienen alguna autoridad última, ‘Tenemos al Papa infalible’, ‘Tenemos la Biblia’… La idea de que la verdad de Dios pueda estar ligada a cualquier sistema humano, a cualquier credo humano, a cualquier libro humano, está casi más allá de la imaginación para mí.
Dios no es cristiano. Dios no es judío, ni musulmán, ni hindú, ni budista. Todos esos son sistemas humanos, que los seres humanos han creado para intentar ayudarnos a caminar hacia el misterio de Dios. Yo honro mi tradición. Camino a través de mi tradición. Pero no creo que mi tradición defina a Dios. Sólo me señala a Dios».
Vea la entrevista completa con Shelby Spong a continuación.